domingo, 22 de marzo de 2015

LA COMUNA DE PARÍS: PRIMERA DICTADURA PROLETARIA



El 18 de Marzo se conmemora el aniversario de la Comuna de París. Ese día en 1871, los obreros de París “tomaron el cielo por asalto”, tal y como lo describió Marx, alzándose en rebelión armada y manteniendo la ciudad durante 72 días hasta que los gobernantes de Francia finalmente fueron capaces de desatar su sangrienta venganza sobre los esclavos que se atrevieron a alzar la bandera de la revolución. Ciertamente no fue la primera rebelión de los oprimidos, ni siquiera la primera rebelión de la joven clase obrera. Pero fue la primera vez que la clase obrera tomó el poder, y las lecciones aprendidas en esa primera exitosa (pese a su corta vida) revolución han establecido los principios básicos para la revolución de la clase obrera desde entonces.
Los obreros de París, que se habían rebelado dos veces y dos veces fracasado en los pocos años anteriores a 1871, se habían armado para la defensa de su ciudad en el transcurso de una guerra que la burguesía francesa había lanzado contra Prusia. Los obreros estaban tanto física como políticamente aislados del resto del país y superados ampliamente por las fuerzas armadas de las clases dominantes francesa y prusiana. Pero la burguesía francesa se rindió ante Prusia y trató de entregar París al ejército prusiano con el fin de acabar con la lucha de los obreros allí. Unidades del ejército francés marcharon hacia París para desarmar a los obreros que se habían organizado en la Guardia Nacional. Los obreros tenían poca elección. Decidieron utilizar sus armas –arriesgándose a todo tratando de liberarse de una vez y para siempre en lugar de marchar mansamente al matadero.



Alborada de una Gran Revolución Social
Aunque Marx, que seguía los acontecimientos de Francia en aquellos momentos desde Inglaterra donde estaba exiliado, pensó que el momento no estaba maduro para que los obreros parisinos se alzaran y vencieran, rápidamente hizo un balance de la naturaleza histórica de los acontecimientos, declarando el 18 de marzo de 1871 “la alborada de la gran revolución social que liberará a la humanidad para siempre del régimen de clases”, y apoyó a la Comuna.
Ese día, el Comité Central de la Guardia Nacional de los obreros proclamó que: “Los obreros de París, en medio de fracasos y traiciones de las clases dominantes, han comprendido que ha sonado para ellos la hora de salvar la situación asumiendo en sus manos la dirección de los asuntos públicos”. Las tropas del Gobierno enviadas para desarmar a los obreros fueron golpeadas. En pocos días, los ricos ociosos, los capitalistas, los cortesanos y los delincuentes comunes huyeron de París a Versalles, donde la clase dominante francesa declaró la guerra contra París.
La propia Comuna –el Gobierno formado por los obreros- se compuso de representantes de diversos barrios de París, elegidos por los ciudadanos y revocables de su puesto en cualquier momento. La mayoría de sus miembros eran obreros o representantes reconocidos de la clase obrera. Más que una entidad parlamentaria (como el Congreso en los EE.UU.), la Comuna tomó decisiones y las llevó a cabo. Y desde lo más alto hasta la base todos sus miembros y todos cuantos trabajaron bajo su dirección recibieron los mismos salarios que un obrero corriente.
El ejército y la policía fueron abolidos. Todos los ciudadanos capaces de llevar armas fueron enrolados en la Guardia Nacional, la única fuerza armada. “Los curas fueron enviados de vuelta a los recesos de la vida privada, para alimentarse allí entre las almas de los fieles a imitación de sus predecesores, los Apóstoles”. (Marx, La Guerra Civil en Francia).
Las escuelas quedaron abiertas para todos, a todos los niveles. Los alquileres de las casas quedaron cancelados y todas las casas de empeño clausuradas. Se prohibieron los turnos de noche. Las fábricas de los capitalistas que habían huido fueron incautadas, para ser dirigidas por los propios obreros. La Columna de la Victoria, un monumento a las guerras de agresión chovinistas de Francia, fue derribada. “La bandera de la Comuna”, declararon los obreros”, es la bandera de la República Mundial”.
A la burguesía le gusta pintar el marxismo como tan sólo una idea, un sueño imposible o una pesadilla estremecedora. El marxismo es la síntesis científica de toda la historia de las luchas de los oprimidos, y de todo el conocimiento conquistado a través de las luchas de la humanidad. Surgió con el desarrollo y el crecimiento de las luchas de la clase obrera, cuya posición y punto de vista se expresan en el marxismo. Tal y como Lenin escribió en El Estado y la Revolución, “No existe traza alguna de utopismo en Marx, en el sentido que fraguó o inventó una “nueva” sociedad. No, él estudió el nacimiento de la nueva sociedad a partir de la vieja, y las formas de transición de la última a la primera, como un proceso histórico-natural. Él examinó la experiencia misma de un movimiento proletario de masas, y trató de extraer lecciones prácticas de este. Él “aprendió” de la Comuna, al igual que todos los grandes pensadores revolucionarios aprendieron sin vacilar de la experiencia de los grandes movimientos de las clases oprimidas…”.
La más importante lección de la Comuna de París, lo que los obreros de París enseñaron en primer lugar con sus fusiles y luego con su heroico sacrificio, es la cuestión central del marxismo: la dictadura del proletariado.
“Se dice y escribe frecuentemente,” explica Lenin en El Estado y la Revolución, “que la cuestión principal en la teoría de Marx es la lucha de clases. Pero esto es erróneo. Y esta noción errónea resulta muy frecuentemente en una distorsión oportunista del marxismo y su falsificación en un espíritu aceptable para la burguesía… Aquellos que sólo reconocen la lucha de clases no son aún marxistas; se les puede encontrar estando aún dentro de los límites del pensamiento burgués y la política burguesa… Sólo es marxista aquel que extiende el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado.” Tal y como lo señaló Marx en su Carta a Weydemeyer, escrita en 1852, “no se me debe ningún mérito por descubrir la existencia de las clases en la sociedad moderna, ni la lucha entre ellas. Mucho antes de mí los historiadores burgueses habían descrito el desarrollo histórico de esta lucha de clases y los economistas burgueses la anatomía económica de las clases. Lo que yo hice nuevo fue demostrar: 1) que la existencia de las clases está únicamente vinculada con fases particulares e históricas en el desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado: 3) que la dictadura misma sólo constituye la transición hacia la abolición de todas las clases y a una sociedad sin clases”.
En otras palabras, la lucha de clases conduciría inevitablemente a la clase obrera a establecer el dominio de la mayoría trabajadora sobre la minoría explotadora, por vez primera en la historia, y éste sería el primer paso hacia la eliminación de todas las clases y el dominio de clases. Esto es lo que representó la Comuna de París. Los obreros y obreras de París establecieron la primera dictadura del proletariado del mundo. A través de la experiencia de esta lucha, dieron vida y forma a lo que Marx y los obreros con conciencia de clase en general habían sólo concebido de una manera general.
(…) Como señaló Marx, los obreros de París, rodeados por todas partes y enfrentados al hambre debido al bloqueo económico, no pudieron más que comenzar su trabajo durante los 72 días de la Comuna. Cometieron ciertos errores, como era inevitable en ésta la primera de todas las revoluciones proletarias. Marx y Engels concluyeron que la Comuna había fracasado en emprender la dictadura de los obreros sobre los explotadores de manera lo suficientemente implacable y rápida –los obreros dejaron sin tocar el Banco de Francia, el principal pilar financiero del país, y en lugar de eliminar a la burguesía capturada en París y marchar inmediatamente sobre Versalles mientras la burguesía francesa estaba aún debilitada por su derrota a manos de Prusia, los obreros de la Comuna les dejaron escapar y recuperar sus fuerzas. Entonces, la burguesía francesa con la ayuda de los gobernantes reaccionarios prusianos llevaron a cabo una “rebelión de los esclavistas” contra los esclavos victoriosos, convirtiendo París en un mar de sangre cuando los Comuneros a millares fueron asesinados casa por casa combatiendo o fusilados como prisioneros.
Pero como declaró Marx incluso mientras la batalla estaba aún arreciando en París: “Si la Comuna es destruida, la batalla sólo quedará pospuesta. Los principios de la Comuna son eternos e indestructibles; se presentarán una y otra vez hasta que la clase obrera sea liberada”. (Marx, Acta de un Discurso sobre la Comuna de París).
(…)
La Revolución Cultural
La Gran Revolución Cultural Proletaria, iniciada y dirigida personalmente por Mao, fue un gran ejemplo de la clase obrera defendiendo y desarrollando la dictadura del proletariado y ejerciendo “la dictadura omnímoda sobre la burguesía en la superestructura”. Este alzamiento de centenares de millones de obreros, campesinos y otras masas contra aquellos a los que Mao calificó como “las personas del partido en el poder tomando la vía capitalista” fue, tal y como se explicó en Cómo el Capitalismo Ha Sido Restaurado en la Unión Soviética y lo que Esto Significa para la Lucha Mundial, no “simplemente un movimiento para criticar la ideología burguesa y a los representantes burgueses en el terreno de la cultura, la educación, etc., sino una lucha revolucionaria dirigida para derrocar a personas en puestos altos en el Partido y el Estado que de hecho se habían atrincherado en el poder en muchas esferas de la sociedad –aunque no habían tomado aún el control de todo el aparato del Estado y habían comenzado realmente a restaurar el capitalismo”.
En su análisis de la Comuna de París, Marx señaló cómo la dictadura del proletariado representaba el inició de un proceso que gradualmente implicaría a la gran mayoría del pueblo (es decir, las antiguas masas explotadas, dirigidas por el proletariado) y eventualmente a todo el pueblo (tras la eliminación de las clases) en la administración de la sociedad. En la Comuna de París “obreros sencillos” (como Marx afirmó para hacer explotar el punto de vista de la burguesía) asumieron la administración de todo, de todas las funciones de gobierno (que los obreros simplificaron enormemente) y de todas las esferas de la sociedad, a través de o bien la participación directa o a través de “alquilar” expertos para trabajar para los obreros y bajo la guía y dirección de los obreros. En la Revolución Cultural, la sociedad socialista dio un salto cualitativo hacia la dirección de los ideales de la Comuna, avanzando mucho más que ninguna sociedad socialista anterior.
Bajo la dirección y guía de Mao, casi todos los cuadros (personas con posiciones de autoridad y responsabilidad) en el Partido quedaron bajo el intenso control y crítica de las masas. Cada aspecto de la sociedad fue criticado y combatido. (…) Los obreros y campesinos limpiaron las diversas instituciones de la forma que una buen escoba limpia la suciedad. La educación fue revolucionarizada, para que en lugar de educar a los hijos e hijas de los viejos explotadores y educar a las personas para convertirse en nuevos explotadores, las escuelas fueran dirigidas por los obreros y campesinos para las necesidades intereses de los obreros y campesinos en transformar la sociedad y la naturaleza para avanzar hacia el comunismo. La burguesía había controlado la posición dominante en la cultura (libros, películas, obras de teatro, arte, etc.). Fueron barridos y la imagen de los obreros y campesinos y el punto de vista de la clase obrera comenzó a dominar en estos campos. Estableciendo los comités revolucionarios (combinaciones de tres-en-uno de obreros de base, miembros del Partido y administradores y/o técnicos), las masas fueron capaces de tomar realmente de nuevo el poder en las fábricas, comunas, escuelas y demás, anteriormente dirigidas por los seguidores del camino capitalista.
Junto al Ejército de Liberación Popular bajo la dirección de la clase obrera a través de su Partido, las propias masas populares se organizaron en milicias en sus fábricas y lugares de trabajo bajo la dirección del Partido, haciendo así que el Estado descansase con mayor seguridad que nunca en el poder armado de la clase obrera y sus aliados. En enero de 1967, los revolucionarios en Shanghai construyeron una alianza de las organizaciones de masas revolucionarias, el Ejército de Liberación Popular y los cuadros revolucionarios del Partido, que tomaron el poder con éxito de la vieja administración seguidora del camino capitalista en Shanghai. Mao hizo balance y popularizó esta experiencia por toda China. La conciencia popular avanzó enormemente.
(…) La Revolución Cultural no condujo al final de la lucha de clases en China. Casi una década después que se iniciara la Revolución Cultural, Mao lo dejó claro con su importante instrucción: “¿Por qué habló Lenin de ejercer la dictadura sobre la burguesía? Esta cuestión debe ser comprendida a fondo. La falta de claridad sobre esta cuestión conducirá al revisionismo. Esto debe darse a conocer a toda la nación”.
No sólo a unas pocas personas, no sólo a los miembros del Partido, no sólo a unos pocos millones, ¡sino a toda la nación! Con esto Mao declaraba explícitamente que para combatir a los revisionistas y prevenir el derrocamiento de la dictadura del proletariado, un número más extenso de la clase obrera y de las masas necesitaban profundizar considerablemente en la comprensión del marxismo y las tareas de la dictadura del proletariado.
Centrándose en el “por qué”, Mao se centró en el hecho de que pese a todos los avances, la cuestión de la dictadura del proletariado es todavía la cuestión de la transición del capitalismo al comunismo. Aunque los escritos de Marx claramente señalan esta cuestión, fue solo la experiencia adicional de la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado en la URSS y China que hizo posible hacer un balance de forma tan explícita como lo hizo Mao de la larga, aguda y compleja naturaleza de la lucha contra las fuerzas de la restauración capitalista.
(…) Esta comprensión de la dictadura del proletariado desde el punto de vista del objetivo del comunismo, y no como un fin en sí mismo, es esencial a la teoría de Mao sobre la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. Como todos los procesos, no existe una inmovilidad en el camino socialista -sólo existen avances o retrocesos. Cualquier medio camino, indecisión o vacilación en el camino socialista conduce definitivamente al derrocamiento del proletariado y la restauración del capitalismo.
Además, tal y como han mostrado las experiencias en la URSS y China, los avances de la revolución fuerzan a la burguesía a saltar para oponerse a ella, y de este modo el proletariado se ve forzado a combatir para acabar con la “rebelión de los esclavistas”, de igual modo que la clase obrera fue forzada a combatir para defender la Comuna de París, el primer Estado obrero, “quiera” sí o no la clase obrera una batalla particular.

Los principios de la Comuna son Eternos
Al parecer Mao Tsetung señaló que: “Marx al principio se opuso a la Comuna de París… Cuando la Comuna de París se levantó, Marx la apoyó, aunque suponía que iba a fracasar. Cuando se dio cuenta que era la primera dictadura proletaria, pensó que sería una buena cosa incluso aunque durara tres meses. Si lo valoramos desde un punto de vista económico, no valía la pena”. (“Discurso en la Conferencia de Lushan”, Mao Tsé-tung Espontáneo. Pláticas y cartas: 1956-1971, Ediciones Renacimiento, A.C., Universidad Autónoma de Sinaloa, México 1981, pág. 124).
Por supuesto ni Marx ni Mao contemplaron la Comuna de París desde “un punto de vista económico” –desde la postura de los estrechos resultados inmediatos. Incluso aunque la Comuna fracasó, estableció los principios básicos para todas las revoluciones proletarias que vendrían. El heroico ejemplo de los Comuneros y el balance científico de sus heroicos esfuerzos proporcionaron la base para un dominio teórico superior de las tareas y de la dirección de la revolución proletaria, que, a su vez, hizo posible el éxito de futuros esfuerzos. Sabiendo que esto sería así, Marx escribió: “Los obreros de París, con su Comuna, serán celebrados como los gloriosos precursores de una nueva sociedad. Sus mártires han quedado consagrados en el gran corazón de la clase obrera”.
Al igual que algunos autodenominados marxistas rehusaron reconocer las lecciones abonadas con sangre de la Comuna de París, también, cuando el revisionismo triunfó en la Unión Soviética y se restauró el capitalismo, algunas personas rehusaron reconocer este hecho. Algunas personas que habían sido revolucionarias pensaron que si la URSS se había perdido para la clase obrera, entonces todo por lo que habían luchado fue para nada, y enterraron sus cabezas en la arena, se colocaron a la cola de los nuevos revisionistas soviéticos y se dejaron arrastrar, y, después de todo, todo lo que habían hecho realmente fue para nada. Esto causó un gran daño a la causa revolucionaria.
En su época, la Comuna de París mostró que la revolución proletaria no sólo era necesaria sino posible. Su derrota sólo mostró que la transición del capitalismo al comunismo será un largo proceso, con muchas vueltas y revueltas en su desarrollo, desde luego con contratiempos, pero con un desarrollo en espiral por el que cada avance de la clase obrera se coloca sobre los hombros de los que han combatido y muerto anteriormente por la causa del proletariado. Esto es algo natural, dado que el desarrollo del capitalismo al comunismo requiere una ruptura completa –una “ruptura radical”, como Marx la llamó, con todas las formas anteriores de la sociedad y todas las ideas tradicionales y los grandes cambios que el mundo ha conocido nunca.

En nuestra época, la Revolución Cultural muestra que la restauración del capitalismo no es inevitable, que la clase obrera y las masas pueden desarrollar formas –formas completamente nuevas de hacer cosas en la historia de la sociedad- para defender sus conquistas y hacer retroceder los incesantes ataques del enemigo. Al igual que la Comuna de París proporcionó las bases para el desarrollo del marxismo cuando el marxismo estaba empezando a surgir hace más de cien años, hoy también a través de la Revolución Cultural, el marxismo se ha desarrollado y avanzado y la clase obrera del mundo entero se alza con mayor superioridad en su lucha por derrocar a los reaccionarios de todos los países uno por uno y traer la victoria del comunismo al mundo entero.


San Quintín, el Valle que no durmió



San Quintín, el Valle que no durmió
POR LORENA LAMAS
Ensenada,18 de marzo.- Las fumarolas podían verse a lo lejos. La más grande movilización de trabajadores agrícolas del valle de San Quintín de que se tenga memoria en los últimos años se mantiene en vigía a lo largo de 90 kilómetros de carretera. Algunas estimaciones hablan de que son 30 mil los jornaleros movilizados. El humo de las llantas quemadas invade el ambiente, pero ya no se respira la zozobra de las últimas horas.

Esta mañana la carretera Transpeninsular amanece abierta según policías federales que se encuentran resguardando San Quintín.

Las demandas de mejores condiciones laborales para los poco más de 60 mil trabajadores de los campos agrícolas de la zona se mezclaron este martes con actos vandálicos y estallidos de furia que llevaron al saqueo de algunas tiendas y el enfrentamiento -con palos y piedras- con miembros de los cuerpos de seguridad. También se escucharon disparos, pero no hubo reporte de heridos de bala.

El incidente más violento se dio en el Centro de Gobierno de San Quintín, donde a las ocho de la noche policías estatales, federales y elementos del Ejército Mexicano, usaron armas de fuego, palos, piedras y gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes que tenían una barricada frente a las instalaciones.

El secretario general del Gobierno de Baja California, Francisco Rueda Gómez, reportó una situación de casi total anarquía y  confirmó al vocero del Ayuntamiento, Enrique Gómez Guzmán, el uso de balas de goma en la refriega nocturna en San Quintín, y que el diálogo con los jornaleros, objetivo prioritario de su gestión, estaba por completo roto.

Justificó que debido a la agresividad de la gente en ese poblado, el edificio de la delegación municipal fue atacado por 500 personas que portaban palos y piedras, lo cual originó el cierre del inmueble y sus equipos de oficina, cómputo y patrullaje se retiraron para evitar su total destrucción.

En Camalú también hubo disturbios. Un grupo de personas ajenas a los jornaleros saqueó el supermercado “El Reloj”, quebró ventanas y dañó un camión del mismo negocio. El propietario, quien presenció los destrozos, murió de un infarto momentos después. La Dirección de Seguridad Pública de Ensenada informó que la barricada de Camalú fue levantada por la noche, y que 30 personas fueron detenidas durante los saqueos. Pero en Colonet, Vicente Guerrero y San Quintín y otras delegaciones los bloqueos continúan.

Los establecimientos comerciales cerraron sus puertas a lo largo del bloqueo. Fue imposible conseguir gasolina y alimentos porque los mercados y tiendas de conveniencia también bajaron la cortina. Algunos de los participantes en los disturbios argumentaron que estaban molestos porque el gobernador del estado no se hizo presente en la zona.

Por la mañana Francisco Vega de Lamadrid sostuvo una reunión en la cabecera municipal de Ensenada con el primer círculo de su administración y los mandos de seguridad del estado. Cuando concluyó, un grupo de funcionarios encabezados por el secretario de Gobierno se trasladó a la zona de conflicto. Pero no pudieron hacer mucho.

Cuando se dio el desalojo, en el Centro de Gobierno de San Quintín se encontraba el secretario de Gobierno, Francisco Rueda Gómez; el subprocurador de Justicia Marco Chavarría López; el subsecretario de gobierno, Pablo Alejo López Núñez, quien previamente había salido del edificio para dialogar con los jornaleros, pero antes de los disturbios elementos del Ejército lo hicieron regresar a las oficinas.


Sobre la carretera, la Alianza de Organizaciones Nacionales, Estatales y Municipales por la Justicia, con 60 líderes distribuidos en los diferentes campos de trabajo, tuvo problemas para lograr consensos. El valle de San Quintín no durmió, y quienes lograron conciliar el sueño, lo hicieron arrullados por las voces de decenas de jornaleros y las fumarolas de la carretera.

Resabios del porfiriato

"Quisimos mostrarnos y mostrar nuestra fuerza"
  • Jornaleros del Valle de San Quintín negocian afiliación masiva al IMSS
  • Decenas de miles siguen en paro; unos 8 mil retornan a laborar en señal de buena voluntad




Olga Alicia Aragón
La Jornada Baja California
Periódico La Jornada
Sábado 21 de marzo de 2015, p. 2
San Quintín, BC.


Quisimos mostrarnos, que nos vieran y comprendieran que los jornaleros somos hombres y mujeres de carne y hueso, no sólo manos para trabajar el campo. Tenemos rostro, nombre y familia; somos decenas de miles, porque junto a nosotros están nuestros hijos también jornaleros, como lo han sido nuestros padres, dijo Fidel Sánchez Gabriel, uno de los líderes del movimiento más grande de trabajadores agrícolas que se haya registrado en el Valle de San Quintín, en el municipio de Ensenada, Baja California.

Contundente, agregó: Quisimos mostrarnos y mostrar nuestra fuerza.

El dirigente de la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social, explicó así la estratégica acción de bloquear durante más de 26 horas 120 kilómetros de la carretera Transpeninsular y declarar el paro general de labores, que aún continúa en los ranchos agrícolas de la región desde la madrugada del pasado martes.

–¿Tienen la fuerza para alcanzar el triunfo de sus demandas?

–Es nuestra esperanza: hacerles comprender que somos 80 mil trabajadores agrícolas, quienes con nuestro trabajo generamos una gran riqueza en todo el valle (de San Quintín). De uno en uno nos ven débiles, pero ahora saben que somos muy fuertes, porque somos muchos y estamos unidos.

Ya lograron algo inédito: que autoridades de los tres niveles de gobierno escuchen sus demandas en una mesa de diálogo donde construyen acuerdos.

Pudieron liberar a casi todos los jornaleros acusados por la PGR de ataque a las vías de comunicación (la mayoría de un total de 170, restan 25); se respetará su derecho a construir un sindicato independiente y obtendrán la afiliación masiva al Seguro Social. Las negociaciones continúan.

Nos sentíamos burlados porque desde el año pasado el gobernador Francisco Vega de Lamadrid nos hizo creer que tendríamos diálogo, sin que tuviese intención de cumplir su palabra, comentó. Desde enero pasado ni siquiera respondía a la solicitud de audiencia.

Nada de esto habría ocurrido, si el gobierno nos hubiese atendido, enfatizó Fidel Sánchez en referencia al bloqueo carretero y las movilizaciones de los jornaleros, pero también a los actos vandálicos de gente que aprovechó la oportunidad para saquear comercios y –comentó Juan Malagamba Zentella, delegado de la Comisión Nacional para el Desarrollo de Pueblos Indígenas–, y de grupúsculos de vándalos ligados a corporaciones sindicalistas, como la CTM y la CROC.

De ahí que la noche del jueves, cuando finalmente el gobernador se presentó, en una visita de 30 minutos, a la mesa del diálogo en San Quintín, fuese recibido con frialdad y reclamos de los jornaleros.

La gente está encabronada, había dicho otro de los líderes del movimiento jornalero, en la multitudinaria asamblea que tuvieron en un paraje de San José Copala, 20 kilómetros al norte de San Quintín, para deslindarse de provocadores que seguían cometiendo desmanes, después de que el día anterior saquearon mercados y destruyeron negocios.

En esta lucha participan decenas de miles de jornaleros agrícolas de todas las edades, desde ancianos hasta adolescentes, así como muchas mujeres mestizas e indígenas de varias etnias, en su mayoría mixtecas y triquis, algunas visten sus largos vestidos rojos y cargan en brazos a sus hijos pequeños.

En español y en sus lenguas maternas, gritan las consignas que enarbola el movimiento y forman parte de un pliego petitorio que hace recordar el porfiriato: revocación del contrato colectivo de trabajo firmado por la CTM y la CROC con la asociación de agricultores, por las graves violaciones a nuestros derechos laborales y humanos; afiliación al IMSS; pago de prestaciones de ley; un día de descanso a la semana, jornada de ocho horas y pago de horas extras y días festivos conforme a la ley; aumento de salario; cese de la discriminación y maltratos; cese del acoso sexual a las mujeres por los capataces…

El tamaño de la sorpresa

El movimiento de jornaleros del sur de Ensenada, que se detonó a las tres de la madrugada del martes 17 de marzo, alcanzó magnitud histórica, que sorprendió al gobierno en sus tres niveles, a las fuerzas policiacas y militares, a los poderosos patrones de los ranchos agrícolas, a empresarios en general, a la población entera.

Durante dos días consecutivos controlaron toda la región del Valle de San Quintín, al sostener por más de 26 horas el bloqueo de la carretera Transpeninsular. Aún se aprecian en esos 120 kilómetros los manchones de las quemas de llantas y rastros de las barricadas de piedras en más de medio centenar de puntos de bloqueo en la carretera, desde la desviación al ejido Eréndira hasta la colonia Santa María, a la altura del Rancho Los Pinos, esto es, del kilómetro 80 al 210 de la ruta Ensenada-La Paz.

En ese tramo, la vista se perdía en un paisaje de extensos sembradíos de fresa, tomate y hortalizas, sin descubrir a un hombre o a una mujer trabajando en esos campos donde se ubican 20 de los más grandes ranchos productores de hortalizas y de 80 por ciento de tomate y fresa de que se cultiva en la región y se exporta a Estados Unidos.

Entre esos ranchos destacan Driscoll, trasnacional estadunidense; BerryMex, el mayor latifundio extranjero entre Eréndira y San Quintín; Los Pinos, del ex secretario de Fomento Agropecuario de Baja California y compadre del ex presidente Felipe Calderón; Rancho Agrícola Camalú, de la familia Silva; Rancho Valladolid, propiedad de Manuel Valladolid Salmeadura, actual secretario tatal de Fomento Agropecuario; Rancho de los Hermanos García, de Camalú, y el Rancho Castañeda, propiedad de la familia del actual delegado municipal de Camalú, Juan Manuel Castañeda Cisneros.

El paro laboral ocurre justo en la temporada de pizca de tomate y de fresa, dos de los cultivos de exportación más rentables, que generan, a la vez, decenas de miles de empleos con sueldos miserables y la gran acumulación de riqueza en unas cuantas manos.

La región produce, tan sólo de fresa, 85 mil toneladas al año, con un rendimiento de 46.7 toneladas por hectárea, el más alto del país, según información de Fomento Agropecuario del estado.

Este viernes algunos jornaleros fueron a la pizca. Dice Fidel Sánchez que 10 por ciento de los 80 mil que paralizaron labores regresaron a trabajar, como muestra de buena voluntad para que no se pudra la fresa, pero el paro general continúa hasta que se firmen los acuerdos de la mesa del diálogo.

Lentamente empiezan a normalizarse las actividades comerciales, productivas y de servicios en el sur del municipio de Ensenada, donde las manifestaciones de los jornaleros paralizaron la economía desde la madrugada del martes 17 al mediodía del jueves 19, tiempo en que permanecieron cerrados los establecimientos comerciales y restaurantes, casi la totalidad de las empresas, desde las instituciones bancarias hasta las tiendas de abarrotes en todos los poblados y ciudades del valle; las gasolineras no dieron servicio; cerraron las oficinas de gobierno y desaparecieron durante gran parte de ese tiempo las autoridades delegacionales y las policías municipales; cerraron las escuelas, desde jardines de niños hasta universidades.


Jamás había sucedido algo así. No hubo gobierno para nadie. Ni los militares atendieron mi llamado de auxilio, dijo Basilio Hernández, propietario del Mercado El Reloj, del poblado de Camalú, saqueado y destruido por los vándalos durante nueve horas sin que interviniera la autoridad.


sábado, 14 de marzo de 2015

HACE 132 AÑOS MURIÓ MARX. HONOR Y GLORIA




El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas le dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, le encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre.
Es de todo punto imposible calcular lo que el proletariado militante de Europa y América y la ciencia histórica han perdido con este hombre. Harto pronto se dejará sentir el vacío que ha abierto la muerte de esta figura gigantesca.
Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo. Pero no es esto sólo. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él . El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas las investigaciones anteriores, tanto las de los economistas burgueses como las de los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblas.
Dos descubrimientos como éstos debían bastar para una vida. Quien tenga la suerte de hacer tan sólo un descubrimiento así, ya puede considerarse feliz. Pero no hubo un sólo campo que Marx no sometiese a investigación -y éstos campos fueron muchos, y no se limitó a tocar de pasada ni uno sólo- incluyendo las matemáticas, en la que no hiciese descubrimientos originales. Tal era el hombre de ciencia. Pero esto no era, ni con mucho, la mitad del hombre. Para Marx, la ciencia era una fuerza histórica motriz, una fuerza revolucionaria. Por puro que fuese el gozo que pudiera depararle un nuevo descubrimiento hecho en cualquier ciencia teórica y cuya aplicación práctica tal vez no podía preverse en modo alguno, era muy otro el goce que experimentaba cuando se trataba de un descubrimiento que ejercía inmediatamente una influencia revolucionara en la industria y en el desarrollo histórico en general. Por eso seguía al detalle la marcha de los descubrimientos realizados en el campo de la electricidad, hasta los de Marcel Deprez en los últimos tiempos.
Pues Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quién él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos. Primera Gaceta del Rin, 1842; Vorwärts* de París, 1844; Gaceta Alemana de Bruselas, 1847; Nueva Gaceta del Rin, 1848-1849; New York Tribune, 1852 a 1861, a todo lo cual hay que añadir un montón de folletos de lucha, y el trabajo en las organizaciones de París, Bruselas y Londres, hasta que, por último, nació como remate de todo, la gran Asociación Internacional de Trabajadores, que era, en verdad, una obra de la que su autor podía estar orgulloso, aunque no hubiera creado ninguna otra cosa.

Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los republicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultrademócratas, competían a lanzar difamaciones contra él. Marx apartaba todo esto a un lado como si fueran telas de araña, no hacía caso de ello; sólo contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigía. Y ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América, desde la minas de Siberia hasta California. Y puedo atreverme a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra.


Teoria de Carlos Marx 1/3



Teoria de Carlos Marx 2/3




Teoria de Carlos Marx 3/3

lunes, 2 de marzo de 2015

EL FASCISMO AL DESNUDO



Ayotzinapa y Auschwitz: Discursos presidenciales peligrosos

Alberto Betancourt Posada
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195947
Rebelión

¡Que noche la del 26 de noviembre en Iguala, Guerrero! Una pesadilla que invade la vigilia. Un terremoto con epicentro en la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos cuyo tremor rebasa incluso el territorio mexicano. Las acciones de los sobrevivientes y familiares de nuestros jóvenes desaparecidos encarnan una epopeya de dignidad. Un amplio segmento de la sociedad mexicana ha reaccionado con empatía y solidaridad. Como en el terremoto del 85 muchos mexicanos asumieron que el asunto les concierne y volvieron a decir: “nada humano me es ajeno”. Esa actitud de involucramiento podríamos denominarla un bonus optimum, eso que el filósofo Ernst Bloch, describía como una sorpresa positiva en la historia, un bien inesperado.
En contrapunto existe un sector minoritario y privilegiado de la sociedad mexicana que ve las manifestaciones de solidaridad como una amenaza para el proyecto “modernizador”, intenta dar vuelta a la página lo más pronto posible y ha puesto en marcha una especie de “ Operación normalidad ”. En ese marco se inscriben diversos discursos del presidente Enrique Peña Nieto en los cuales en vez de conciliar, brindar consuelo y comprometerse a revisar a fondo lo ocurrido, profiere expresiones que lastiman y polarizan a la ciudadanía y hieren a la democracia mexicana.

El 18 de noviembre, en Cuautitlán Itzcalli, durante la inauguración de la Ciudad de Salud para la mujer pronunció un discurso visiblemente enojado y con pésima sintaxis, durante el cual realizó varias operaciones preocupantes: i) metió en un mismo costal a quienes han realizado acciones violentas, a quienes han hecho acciones directas, a quienes han protestado pacíficamente y están indignados por lo que ocurrido en Ayotzinapa, a quienes se oponen a las reformas y a los periodistas que realizan su trabajo ii) señaló que pareciera existir “un afán orquestado por desestabilizar y por oponerse al proyecto de Nación” iii) afirmó que “pareciera que algunas voces, unidas a esta violencia y a esta protesta… quisieran que el país frenara su desarrollo” y iv) en tono iracundo agregó que las reformas: “No son varita mágica. Nunca las hemos ofertado como tales”. Sus expresiones califican de desestabilizadores a quienes ejercen la democracia y criminalizan tanto la libertad de expresión como la libertad de prensa.

El 27 de noviembre en su discurso para presentar su decálogo para afrontar los sucesos de Ayotzinapa EPN planteó una severa contracción de la república, al disminuirle funciones e importancia, al nivel municipal de gobierno y solicitar ahora si cabe el término, una “varita mágica” para desaparecer las policías municipales y dotar al ejecutivo de atribuciones para formalizar el modelo de virreinal aplicado en Michoacán. El 27 de noviembre en su discurso para presentar su decálogo para afrontar los sucesos de Ayotzinapa EPN planteó una severa contracción de la república, al disminuirle funciones e importancia, al nivel municipal de gobierno y solicitar ahora si cabe el término, una “varita mágica” para desaparecer las policías municipales y dotar al ejecutivo de atribuciones para formalizar el modelo de virreinal aplicado en Michoacán. En el mismo discurso el presidente calificó en repetidas ocasiones de atrasados a los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Además planteó la creación de zonas económicas exclusivas, que dispensará más subsidios y privilegios de clase, a los poderosos grupos empresariales y a las élites políticas, que se abalanzarán a esta nueva piñata de recursos públicos, en busca de lucrativos negocios y recursos para crear clientelas políticas, como ya ocurrió con los 50 mil millones de pesos ejercidos en el Plan Nuevo Guerrero. El proyecto de las zonas económicas especiales parte de una visión clasista que asocia automáticamente la fortuna empresarial con el bienestar popular. El presidente no mencionó la necesidad de escuchar la opinión de los habitantes de esos estados sobre la manera en que quieren resolver los problemas.

El 4 de diciembre en Acapulco el presidente Enrique Peña Nieto pronunció un discurso en el que en clara alusión a las manifestaciones que exigían abrir nuevas líneas de investigación por lo ocurrido en Ayotzinapa afirmo: “son más, pero muchos más los guerrerenses que quieren paz, que quieren tranquilidad y que quieren orden en su estado”.

El martes 27 de noviembre en un acto solemne en el antiguo campo de concentración de Auschwitz la canciller alemana Angela Merkel dijo que Alemania tiene la obligación de recordar eternamente lo que ocurrió, para no volver a traicionar a la humanidad. En contrapunto Enrique Peña Nieto afirmó el jueves 29 de noviembre afirmó que: “Este momento en la historia de México de pena, de tragedia y de dolor, no puede dejarnos atrapados. No podemos quedarnos ahí”. El gran filósofo Paul Ricoeur plantea que la ecuación del perdón comienza por el reconocimiento de la profundidad de la falta. Si algo requiere en este momento una sociedad en shock por la tragedia es una revisión profunda de todo lo que falló y no una huída hacia adelante que fincaría el progreso en un huracán de barbarie.


Las palabras pueden motivar, conciliar, tranquilizar, cautivar, herir, intimidar, confundir. Las expresiones proferidas por un presidente gozan de visibilidad mediática, sirven de pauta para la burocracia, son órdenes del Jefe de las fuerzas armadas, tienen gran peso político e impactan los mercados. Por ello resulta indignante que Enrique Peña Nieto hable como líder de una facción y no como lo exigiría su investidura como presidente de todos los mexicanos. En su discurso se dibuja a “sí mismo” como alguien atrapado en su propia insensibilidad.