Todos sabemos que
el 1º de julio del año en curso, los partidos políticos del PRD, PAN, PRI y
NUEVA ALIANZA se disputan apasionadamente el poder del Estado
Burgués-Neoliberal. Pero desgraciadamente la mayoría del pueblo mexicano no
sabe que las elecciones son un engaño, una pantalla, una farsa que sirve para
legitimar y mantener el dominio de la oligarquía nacional financiera y el
imperialismo sobre el proletariado y las masas populares. Además, una vez que
la clase dominante impone, mediante el fraude electoral, tal como aconteció en los
cinco gobiernos neoliberales, a los grupos políticos que integran la alternancia
PRI y PAN, de inmediato cambian de estafeta y continúan, con ayuda del Estado,
involucrándose progresivamente para garantizar la acumulación de grandes
capitales a favor de los monopolios de la oligarquía nacional financiera y del
imperialismo. Durante 30 años de neoliberalismo en México, esta alternancia
PRI-PAN, no solo protegió las condiciones generales del proceso de acumulación
capitalista-neoliberal, sino que también participaron activamente en su
crecimiento monopólico y oligopólico.
Así las cosas, en
la fase neoliberal 1982-2012, con la participación activa del
Estado-neoliberal, la burguesía nacional financiera y el imperialismo
obtuvieron grandes ganancias con la especulación en la bolsa de valores y se
les cedió a precios de ganga las
empresas y bienes de la nación. Un puñado de magnates dueños de empresas
nacionales y extranjeras fueron los más beneficiados, a quienes se les
enajenaron: los bancos, teléfonos, las minas de cobre, oro, plata, las
aerolíneas, carreteras, puertos, el petróleo, la petroquímica, los
ferrocarriles, la energía eléctrica, el fondo de pensiones, la televisión, la salud,
la educación, etc… Este puñado de
magnates, en la actualidad, son los hombres más ricos del mundo, de acuerdo a la
revista especializada “Forbes”. A pesar de las crisis inherentes y recurrentes
del sistema capitalista, el Estado neoliberal, trato y trata por todos los
medios de perpetuar al sistema capitalista neoliberal y evitar
a toda costa que la tasa de
ganancia de las grandes empresas trasnacionales, nacionales y extranjeras
descienda; y por lo tanto, tratan de
regular las crisis y evitar el derrumbe del sistema capitalista-neoliberal.
Al
Estado-neoliberal mexicano, con tal de seguir sirviendo (y sirviéndose mediante
la corrupción escandalosa) y beneficiando a los intereses de la clase dominante
y de perpetuar su sistema capitalista neoliberal que se encuentra amenazado por las crisis
recurrentes cada vez más graves y por la lucha de clases, no les importa en lo más mínimo afectar
gravemente las condiciones de vida del proletariado y de las masas populares.
En 30 años de neoliberalismo se ha incrementado terriblemente la explotación de
la clase obrera, el desempleo, la pobreza, la inseguridad, la ignorancia del
pueblo mexicano y la sobre explotación de los recursos naturales. Los gobiernos
neoliberales han y siguen cargando la crisis económica y social en el pueblo mexicano.
Ante esta grave
situación económica, política, cultural y social del pueblo de México, el
Estado burgués mexicano, actúa simultáneamente para organizar a las clases
dominantes como fuerza política e ideológica y para oprimir y desorganizar
políticamente e ideológicamente a la clase obrera y a las masas populares. Para
esto último, el Estado burgués al dominar a las clases subalternas, se presenta como una comunidad ilusoria
(Marx), como el representante de los intereses generales del pueblo, de la
voluntad popular. También de manera ilusoria todo el pueblo como individuos
aislados, van a competir y participar en las próximas elecciones para garantizar
el “interés general del pueblo”. En los comerciales de la televisión y la
radio los candidatos nos repiten a
diestra y siniestra que votes por ellos y se comprometen a gobernar, en caso de
ser electos, por el “bien general”: reduciendo
la pobreza, el desempleo, la inseguridad, etc... El IFE y el TRIFE nos engañan
y tratan de engañar con la cantaleta de que participemos en las elecciones,
puesto que vamos a usar nuestro voto, nuestro supuesto poder ciudadano, para
garantizar “el bienestar general del pueblo”. Pero nosotros consideramos que
las elecciones las controlan el Estado y la oligarquía nacional financiera y el
imperialismo para renovar cada seis años a la clase política en el Poder
Ejecutivo y en el Poder Legislativo y de esta manera garantizar las relaciones
de explotación y la opresión del proletariado y las masas populares cada seis
años. También las elecciones sirven para legitimar al sistema capitalista
neoliberal, al Estado y a sus instituciones y en particular a los candidatos
electos por la clase dominante dándoles la fachada que fueron electos por la
voluntad popular.
En la Constitución
Política, se establecen los requisitos para ser presidente de la República y la
mayoría de ciudadanos pueden cumplir con los mismos; pero en la realidad, para
ser candidato del ejecutivo, senador o diputado se requieren millones de pesos
o el apoyo de los empresarios acaudalados y narcotraficantes. Solamente de esta
manera los candidatos pueden tener fama y que estén en posibilidad de ganar. Por
ejemplo a Peña Nieto y a Josefina Vázquez Mota los apoyan económicamente la
oligarquía nacional financiera y el imperialismo. Dentro de esta clase social,
se encuentran Salinas Pliego y Emilio Azcárraga, dueños de los principales
medios de difusión masiva como es televisión Azteca y Televisa que alcanzan a
influenciar a millones de mexicanos diaria y constantemente. Y como el Estado
neoliberal se encuentra controlado por la oligarquía nacional y el
imperialismo, antes de que las masas populares elijan mediante el voto a su
candidato preferido, ya esta clase lo ha hecho con anticipación entre
bambalinas, “haiga sido como haiga sido”. Las elecciones de 1988 y 2006 son un
ejemplo aleccionador de como la oligarquía nacional financiera y el
imperialismo impusieron con la fuerza del Estado y el fraude electoral a Carlos
Salinas de Gortari y a Felipe Calderón. No olvidemos que dicha clase dominante
tiene el control del IFE, del TRIFE, los medios de comunicación, el dinero,
etc...
A mayor
abundamiento, el proceso electoral en México y en otros países de democracia liberal
no representa el ejercicio de la soberanía popular que se establece en la
Constitución, en general dicho proceso, juega un papel importante en el
mantenimiento de la dictadura de la oligarquía nacional y el imperialismo en
contra del proletariado y las masas populares y la continuidad de su sistema
capitalista neoliberal. El proceso electoral tiende a ocultar las relaciones
antagónicas entre la clase dominante y el proletariado y sirven también para
darle una expresión formal e institucionalizada a la participación política de
los individuos atomizados en la perpetuación del estatus quo. Dicho proceso
electoral no solo reduce al pueblo en individuos aislados, sino también a una
participación política pasiva, que únicamente lo hacen cuando hay elecciones y
definen la esencia de la política como la pasividad atomizada, en que cada
persona individualmente y aislado de los demás, únicamente debe de dedicarse a
su esfera privada egoísta; es decir, a procurarse maximizar su bienestar,
independientemente de lo que suceda con el bienestar de la mayoría: los cuales
viven en la supervivencia.
La clase dominante,
ante las crisis económicas, políticas y sociales que cada día se agravan más y
particularmente ante la crisis de legitimidad del Estado Neoliberal, esta
concentrando sus fuerzas cada vez más en la formación de un Estado Neofascista,
donde dominan las instituciones político-jurídico-militar y policiaco. Las instituciones
esenciales de este Estado burgués, no es el Poder Legislativo, sino el Poder
Ejecutivo (y las fuerzas armadas y policiales) y el Poder Judicial. En
particular este Poder Ejecutivo y las fuerzas armadas y policiales, como
monopolio de la clase dominante, actúan de inmediato para reprimir al
proletariado y a las masas populares. En todo momento se encuentran dispuestas
actuar como sucedió el 2 de octubre de 1968, 10 de junio de 1971, en Oaxaca con
la APPO, en San Salvador Atenco, en Chiapas con el EZLN, en Aguas Blancas, en
Morelia Michoacán con el movimiento estudiantil, etc… Desde hace años, como
afirmamos más arriba, la oligarquía nacional y el imperialismo, principalmente
el estadounidense, con el pretexto de la
“lucha contra el narcotráfico”, están formando y organizando un Estado
Neofascista que reprima al proletariado
y a las masas populares. La dupla PRI y PAN, en la actualidad, por todos les medios, en el Poder Legislativo pretenden reformar la
Ley de Seguridad Nacional, el Código Federal de Procedimientos Penales para
darle legalidad al Estado Neofascista de facto y de esta manera justificar su
guerra contrainsurgente, la militarización del país y la criminalización de las
luchas de las organizaciones sociales, políticas y revolucionarias. Estas
leyes, entre otras, otorgan la posibilidad al Presidente de la República para
que solicite y declare la utilización de las fuerzas armadas en contra de
“movimientos y conflictos de carácter político, electoral, de índole social o
del trabajo”, cuando considere que “constituyen un desafió o amenaza” a la
seguridad interior. También se les faculta a militares, a marinos y agentes del
Centro de Investigación y Seguridad Nacional para intervenir comunicaciones
telefónicas previa orden judicial, realizar tareas de espionaje y seguimiento a
presuntos miembros de la delincuencia organizada e integrar expedientes
confidenciales, incluso de carácter político. Concede por lo tanto la facultad
expresa al Poder Ejecutivo, de reprimir
con el ejército, la marina a movimientos sociales políticos, laborales y
electorales; además decreta el Estado de Excepción en entidades federativas o
municipales en todo el país. Esta declaratoria de Estado de Excepción, no esta
sujeta a revisión y sus acuerdos no podrán impugnarse con una controversia
constitucional.
Ahora vamos a
sufrir, en caso de que se apruebe esta Ley Neofascista, no una dominación legal
de la burguesía nacional y el imperialismo que se encontraba limitada, hasta
cierto grado, por la Constitución y las Leyes democrático-burguesas, sino que vamos
a tener que soportar la dominación
ilimitada de la oligarquía nacional y el imperialismo: la dictadura
neofascista.
Ante esta terrible
situación, debemos desechar las ilusiones de que mediante las elecciones, a
fuerza de votos, vamos a derrocar al actual Estado-neoliberal y la hegemonía de
la oligarquía nacional y el imperialismo. El proletariado y las masas populares
no tienen otro camino que la revolución democrático-popular para conquistar el
poder político y convocar a un Congreso Constituyente que elabore una nueva
Constitución y un Proyecto de Nación que beneficie realmente al proletariado y
a las masas populares.
“Por la revolución proletaria, construyendo el Poder
Popular”
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