Resabios del porfiriato
"Quisimos mostrarnos y mostrar nuestra fuerza"
- Jornaleros del Valle de San Quintín negocian afiliación masiva al IMSS
- Decenas de miles siguen en paro; unos 8 mil retornan a laborar en señal de buena voluntad
Olga Alicia Aragón
La Jornada Baja California
Periódico La Jornada
Sábado 21 de marzo de 2015, p. 2
San Quintín, BC.
Quisimos mostrarnos, que nos vieran y comprendieran que los
jornaleros somos hombres y mujeres de carne y hueso, no sólo manos para
trabajar el campo. Tenemos rostro, nombre y familia; somos decenas de miles,
porque junto a nosotros están nuestros hijos también jornaleros, como lo han
sido nuestros padres, dijo Fidel Sánchez Gabriel, uno de los líderes del
movimiento más grande de trabajadores agrícolas que se haya registrado en el
Valle de San Quintín, en el municipio de Ensenada, Baja California.
Contundente, agregó: Quisimos mostrarnos y mostrar nuestra
fuerza.
El dirigente de la Alianza de Organizaciones Nacional,
Estatal y Municipal por la Justicia Social, explicó así la estratégica acción
de bloquear durante más de 26 horas 120 kilómetros de la carretera
Transpeninsular y declarar el paro general de labores, que aún continúa en los
ranchos agrícolas de la región desde la madrugada del pasado martes.
–¿Tienen la fuerza para alcanzar el triunfo de sus demandas?
–Es nuestra esperanza: hacerles comprender que somos 80 mil
trabajadores agrícolas, quienes con nuestro trabajo generamos una gran riqueza
en todo el valle (de San Quintín). De uno en uno nos ven débiles, pero ahora
saben que somos muy fuertes, porque somos muchos y estamos unidos.
Ya lograron algo inédito: que autoridades de los tres
niveles de gobierno escuchen sus demandas en una mesa de diálogo donde
construyen acuerdos.
Pudieron liberar a casi todos los jornaleros acusados por la
PGR de ataque a las vías de comunicación (la mayoría de un total de 170, restan
25); se respetará su derecho a construir un sindicato independiente y obtendrán
la afiliación masiva al Seguro Social. Las negociaciones continúan.
Nos sentíamos burlados porque desde el año pasado el
gobernador Francisco Vega de Lamadrid nos hizo creer que tendríamos diálogo,
sin que tuviese intención de cumplir su palabra, comentó. Desde enero pasado ni
siquiera respondía a la solicitud de audiencia.
Nada de esto habría ocurrido, si el gobierno nos hubiese
atendido, enfatizó Fidel Sánchez en referencia al bloqueo carretero y las
movilizaciones de los jornaleros, pero también a los actos vandálicos de gente
que aprovechó la oportunidad para saquear comercios y –comentó Juan Malagamba Zentella,
delegado de la Comisión Nacional para el Desarrollo de Pueblos Indígenas–, y de
grupúsculos de vándalos ligados a corporaciones sindicalistas, como la CTM y la
CROC.
De ahí que la noche del jueves, cuando finalmente el
gobernador se presentó, en una visita de 30 minutos, a la mesa del diálogo en
San Quintín, fuese recibido con frialdad y reclamos de los jornaleros.
La gente está encabronada, había dicho otro de los líderes
del movimiento jornalero, en la multitudinaria asamblea que tuvieron en un
paraje de San José Copala, 20 kilómetros al norte de San Quintín, para
deslindarse de provocadores que seguían cometiendo desmanes, después de que el
día anterior saquearon mercados y destruyeron negocios.
En esta lucha participan decenas de miles de jornaleros
agrícolas de todas las edades, desde ancianos hasta adolescentes, así como
muchas mujeres mestizas e indígenas de varias etnias, en su mayoría mixtecas y
triquis, algunas visten sus largos vestidos rojos y cargan en brazos a sus
hijos pequeños.
En español y en sus lenguas maternas, gritan las consignas
que enarbola el movimiento y forman parte de un pliego petitorio que hace
recordar el porfiriato: revocación del contrato colectivo de trabajo firmado por
la CTM y la CROC con la asociación de agricultores, por las graves violaciones
a nuestros derechos laborales y humanos; afiliación al IMSS; pago de
prestaciones de ley; un día de descanso a la semana, jornada de ocho horas y
pago de horas extras y días festivos conforme a la ley; aumento de salario;
cese de la discriminación y maltratos; cese del acoso sexual a las mujeres por
los capataces…
El tamaño de la sorpresa
El movimiento de jornaleros del sur de Ensenada, que se
detonó a las tres de la madrugada del martes 17 de marzo, alcanzó magnitud
histórica, que sorprendió al gobierno en sus tres niveles, a las fuerzas
policiacas y militares, a los poderosos patrones de los ranchos agrícolas, a
empresarios en general, a la población entera.
Durante dos días consecutivos controlaron toda la región del
Valle de San Quintín, al sostener por más de 26 horas el bloqueo de la
carretera Transpeninsular. Aún se aprecian en esos 120 kilómetros los manchones
de las quemas de llantas y rastros de las barricadas de piedras en más de medio
centenar de puntos de bloqueo en la carretera, desde la desviación al ejido
Eréndira hasta la colonia Santa María, a la altura del Rancho Los Pinos, esto
es, del kilómetro 80 al 210 de la ruta Ensenada-La Paz.
En ese tramo, la vista se perdía en un paisaje de extensos
sembradíos de fresa, tomate y hortalizas, sin descubrir a un hombre o a una
mujer trabajando en esos campos donde se ubican 20 de los más grandes ranchos
productores de hortalizas y de 80 por ciento de tomate y fresa de que se
cultiva en la región y se exporta a Estados Unidos.
Entre esos ranchos destacan Driscoll, trasnacional
estadunidense; BerryMex, el mayor latifundio extranjero entre Eréndira y San
Quintín; Los Pinos, del ex secretario de Fomento Agropecuario de Baja
California y compadre del ex presidente Felipe Calderón; Rancho Agrícola
Camalú, de la familia Silva; Rancho Valladolid, propiedad de Manuel Valladolid
Salmeadura, actual secretario tatal de Fomento Agropecuario; Rancho de los
Hermanos García, de Camalú, y el Rancho Castañeda, propiedad de la familia del
actual delegado municipal de Camalú, Juan Manuel Castañeda Cisneros.
El paro laboral ocurre justo en la temporada de pizca de
tomate y de fresa, dos de los cultivos de exportación más rentables, que generan,
a la vez, decenas de miles de empleos con sueldos miserables y la gran
acumulación de riqueza en unas cuantas manos.
La región produce, tan sólo de fresa, 85 mil toneladas al
año, con un rendimiento de 46.7 toneladas por hectárea, el más alto del país,
según información de Fomento Agropecuario del estado.
Este viernes algunos jornaleros fueron a la pizca. Dice
Fidel Sánchez que 10 por ciento de los 80 mil que paralizaron labores
regresaron a trabajar, como muestra de buena voluntad para que no se pudra la
fresa, pero el paro general continúa hasta que se firmen los acuerdos de la
mesa del diálogo.
Lentamente empiezan a normalizarse las actividades
comerciales, productivas y de servicios en el sur del municipio de Ensenada,
donde las manifestaciones de los jornaleros paralizaron la economía desde la
madrugada del martes 17 al mediodía del jueves 19, tiempo en que permanecieron
cerrados los establecimientos comerciales y restaurantes, casi la totalidad de
las empresas, desde las instituciones bancarias hasta las tiendas de abarrotes
en todos los poblados y ciudades del valle; las gasolineras no dieron servicio;
cerraron las oficinas de gobierno y desaparecieron durante gran parte de ese
tiempo las autoridades delegacionales y las policías municipales; cerraron las
escuelas, desde jardines de niños hasta universidades.
Jamás había sucedido algo así. No hubo gobierno para nadie.
Ni los militares atendieron mi llamado de auxilio, dijo Basilio Hernández,
propietario del Mercado El Reloj, del poblado de Camalú, saqueado y destruido
por los vándalos durante nueve horas sin que interviniera la autoridad.
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